Muy buenas a todos y a todas ustedes -de quienes presumir cabe que el ancestral enigma de las musas del Parnaso a su fulgor os religa, arcilla de absorta luna o flor novísima, como a uno mismo, haciéndoos-, a quienes estas líneas casualmente ojearan y a quienes acaso, más allá de un contacto virtual puntual, hayan de leerme o de por mí leídos ser, más tarde o más temprano. De lo más amplio y heterogéneo podría ser el hipotético conjunto: curiosos lectores, sugeridores de obras de relicario, amigos de letras filosóficas o de un marcado aire culterano, etc; lo ideal que fuésemos fabuladores de nosotros mismos capaces de ósmosis y complementariedad, siempre vinculados por el amor a la más noble y bella reina de fantasía y sentimiento sin riel que haya habido y merecedora sea de unción en el conjunto del universo: su majestad la POESÍA -¿no ronda ella justamente, tan deliciosa, en esta hora en la que la muerte adopta al cielo por supremo nuncio suyo, con el gusanillo de la novedad, con la atracción de lo desconocido palpitante, con la oscuridad de un alma al foro allegada diciéndose tras el anonimato, cuando el aterciopelado velo de la madrugada infunde en uno estas palabras iniciales, cuando intensamente se siente como una magia inmensa salva el espacio y la distancia que a uno de otros separan, bien capaz de vincular incluso difusos sueños nunca a la luz sacados y de hacerlo en las antípodas de las malas artes de una resabiada trotaconventos de otrora?-.
Nuevo aquí -y con eternidades de pura emoción y gozosas estadías en la luz incierta de escasamente convencionales metáforas que abrir, descubrir, compartir, someter a una especie de lento y necesario proceso de deshielo, aquí desembocado-, siente uno que ha dado con un hermoso lugar, acaso una ínsula bienaventurada bajo cuyas arenas imponderables tesoros se guarden, y, necesitado de explayarse, por anticipado, pide disculpas si se toma una libertad que no le corresponde abriendo un tema tal vez donde no tocaba, además acaso en demasía extenso, con una largura que años de fragoroso e incomunicado lirismo explica, esperando no parecer pecar de inmodestia al así obrar.
En cualquier caso, agradeciendo la amabilidad, quien aquí les escribe confía en que será aportando valor al foro, con originales destellos literarios, premiada la buena acogida de esta presentación de lo mejor de sí. Partícipe hago a quien por aquí pasare de mi gran secreto: en estas líneas se sintetiza, ni más ni menos, que el sentido de pasado, presente y futuro todo de Zaoc, en este caso dirigiéndose a ustedes, con el encanto aterciopelado de la madrugada por inmejorable adlátere suyo, como el autor clandestino de una poderosamente romántica colección de poemas titulada: “Espejo y loa de las sombras”.
Tras el seudónimo de Zaoc fulgen el corazón y el intelecto de alguien de mediana edad, que, a lo largo de toda su vida, desde que tenía uso de conciencia, dotado de una exuberante sensibilidad y desbordante imaginación, ha sido siempre movido por una incontenible pasión por el lenguaje y sus posibilidades estéticas. Así, muy especialmente la poesía y, un poco menos, la filosofía, centraron desde la adolescencia su mayor interés, como que la búsqueda de belleza y verdad da y sigue otorgando sentido -y también brinda brillo y deleite- a su existencia. Y, aunque el mantenimiento sin altibajos de un desmesurado prurito realizando lo que fuere no es para nada una garantía de hacer bien -ni siquiera con la corrección exigible- nada, sí es cierto también que representa el principio de cualquier excelencia o logro en el orden que se tratare, y que todos mis días y noches se han consagrado con gusto indecible a leer y escribir sin pausa, guardando fidelidad absoluta hacia lo que podemos denominar -sin connotaciones religiosas, en su acepción más trivial- mi alma.
Quien aquí se expresa, arcilla de absorta luna o flor novísima como ustedes mismos, siempre siente que uno, como cada cual visto esencialmente, porta en sí la materia prima de la mayor obra de arte que jamás se imaginara. Así siente Zaoc, teniéndose a sí por un autor privado ya en sazón, al que le encantaría ser tenido en cuenta, en esta presentación y extractos de su poemario al menos, por expertos literarios o -como poco- por lectores no profanos en materia de arte verbal como ustedes mismos. Simplemente, prueben unos instantes a leerme, ¡oh legisladores que seáis institución aquí, o simples invitados, firmes soles o meras estrellas fugaces del foro “Abretelibro” sección poesía!
Así pues, aunque no me resulta fácil dar a conocer parte de la intimidad de mi ser, pilar en el que se asienta mi escritura, por ello me decido, pues un destino es el hilvanar acerca de lo humano, lo divino -y lo soñado nada más- jugosas frases -como he hecho durante décadas llamado incesantemente por ese temblor substancial que es la fécula del lenguaje precioso y vibrante-, no sólo con propiedad sino, seguro estoy, también, de que desde un hambre infinita de hermosura -y hasta de sublimidad- y, sin falsa modestia dicho sea desde el mayor de los anonimatos, con un estilo propio inconfundible, con calidad literaria auténtica y gran fuerza expresiva fundada en una genuina emotividad lírica; por consiguiente, piensa lógicamente Zaoc que haría muy mal en no probar, al menos, en hacer llegar su confesional palabra a personas con la formación y la sensibilidad apropiadas, por ejemplo las que conforman este espacio digital, acaso una isla bienaventurada en este mundo tan brutalmente ajeno a los altos valores, llantos, ideales o destellos de eternidad de su majestad la POESÍA.
Una placentera soledad elaborando versos o prosas poéticas, que como en tantos otros casos, cobró alas desde la necesidad de plasmar, ordenar, pintar metafóricamente un intenso mundo interior, definió cada uno de mis días, recogiéndome en el verbo, en principio, por y para mí. Aproximarme a una fidedigna expresión de mi complejidad y riqueza humanas: he ahí el que siempre fue mi objetivo escribiendo. Gracias a la mantenida fidelidad a tal meta a unos dulces frutos de mis viñas creadoras acceder pueden pulsando en el link que se facilita tras esta presentación. No se abundará en mayores explicaciones sobre él confiando en que -yendo mucho más allá de una trivial fórmula de cortesía- puedan ustedes afirmar, una vez hayan podido hallar unos pocos minutos para ello, que ha sido un verdadero placer echar un vistazo al libro.
Habiendo producido con verdadero gusto y sentimiento de realización personal -cuidando mucho de no confundirlos con ninguna pueril e irracional forma de autocomplacencia- una extensa -a lo largo de los años corregida y perfeccionada, cantada y de pura emoción llorada a solas- obra inédita en verso y prosa -una muy larga novela dividida en varios tomos, un par de ensayos, así como un conjunto de artículos sobre ciertos temas varios que ahora no incumbe mentar-, uno se pregunta por qué no otros amantes de las letras que existiesen -abstracción hecha de egos cegados por el orgullo, que se valen de las mismas para imperar sobre otros, y que también, seguramente, como en tantos otros órdenes de la vida, los haya- hubiesen de querer conocer algo de mis invenciones y propuestas, de su formidable vastedad desconocida; y, ¿por qué no aquí, entre firmes soles o meras estrellas fugaces del foro “Ábrete libro”?
Sabe de sobra Zaoc que para la escritura no son los actuales -tampoco lo fueron antaño- tiempos precisamente boyantes, menos aún para la inevitablemente lírica, la cual no nace, en principio, para el consumo de masas -aunque haya habido poetas de raíz popular celebérrimos- ni suele resultar de fácil lectura, y que de hecho no está, en absoluto, concebida para el gran público posmoderno que, por lo general, tiende a ver en el libro una invitación a un entretenimiento intelectual o una evasión pasajera, no un posible nexo entre los entendimientos y los corazones que pueda conducir a sentir y pensar mejor, más libre y hondamente. No obstante este nuevo miembro aquí -arcilla de absorta luna o flor novísima como tal vez sintáis en parte sois vosotros mismos- considera que ahondando en tal vertiente literaria ha ido logrando su modesto triunfo interior, cierta satisfacción interna con los años, reflejando parte de lo que siempre soñó habría de poner de manifiesto; y que ello además, no sólo ha de resultar valioso para su autor sino también para cualquier eventual lector con el nivel cultural mínimo requerido para recibirle, haciendo el contacto bueno aquello que, con su llaneza y tino característicos, dejara dicho el sentido Machado: “En lo más íntimo está lo universal”.
Más allá de un maquinal abrazar el tópico, desde la experiencia interna diaria de muchos años, afirma Zaoc -osando poner el pie en el umbral de esta virtual casa de creación tan atractiva- que la escritura y la lectura -no hay una de mediana calidad sin la otra- representan un camino infinito, y mucho más que su vocación: la primera en mi caso individual es mi vida interior volcada sobre el papel -desde el siglo XXI ya no más que virtual-, una necesidad espiritual constante de realización, un amor sin tacha, un aprendizaje perpetuo, la oportunidad de imaginar al menos dar justa forma a la individual vida moral y sentimental y de racionalizarlas, como poco de bellamente aludir a los abismos de mi corazón. Tanto es así que no le parece a uno nada hiperbólico sostener que el excepcional confinamiento por el que se ha pasado podría ser alargado indefinidamente sin que en su existir apreciara gran diferencia, pero no sería él si se le impidiese una sola jornada sentir, pensar y expresarse a su gusto.
Persuadido de que para publicar cientos o miles de tiradas de un texto a un completo desconocido suele pedírsele una inversión pecuniaria –a veces a través de la compra de un buen número de libros por parte del propio autor- y de que el tipo de cultivado y avezado lector que requiere la vivencia y la debida comprensión de mi escritura no es, a priori, precisamente el mayoritario, cuanto ha escrito ha mantenido uno celosamente guardado, pues, amén de lo ya señalado acerca de la naturaleza de su escritura, tras el nick Zaoc hay un individuo muy solitario, más bien tímido, al que nada desagradaría más que ver amenazada o comprometida su soledad, ¡vamos!, que sus composiciones labró y sigue elaborando para él y su provecho íntimo. Mas llegado a ciertas alturas de la vida, frisando ya cierta edad de respeto, a fuer de ser sincero, considera que el vigor y la originalidad de su escritura podrían sorprender positivamente, incluso cautivar grandemente a quienes hicieran un ligero esfuerzo por dar un paso al frente probando a leerle, y mejor que mejor si las letras amaren hasta representar las mismas poco menos que una pasión religiosa como en su caso; por añadidura, ante la perspectiva de una posible muerte prematura, ¿habría de agradar a este insomne bebedor de ambrosía poética en cada segundo que os habla, arcilla de absorta luna o flor novísima él como vosotros, que quedaran en este mundo sus múltiples creaciones como simples bienes relictos cuando seguramente el mensaje y el cómo de su decir podrían tener un recibimiento comprensivo entusiástico, calando en conciencias y corazones como enamoradora voz manada de ellos mismos?
Acerca de Espejo y loa de las sombras enseguida se observará que, al margen de que gustase más o menos, sólo con un más que aceptable nivel de lectura comprensiva quien leyere penetrará en el substrato de las distintas imágenes de sus larguísimos versos -empapándose a su vez de su ritmo, de sus claramente asociados o sólo conjeturables significados, de las emociones condensadas, de su musicalidad, de su plasticidad, etc-. Conste junto a ello que Zaoc, como ex profesor de Filosofía que ha pasado la mayor parte de las horas de sus días leyendo -especialmente obras antiguas, referenciales en el acervo cultural- al escribir no ignora que el propio autor debe ser el primer Catón de sí, mas gustaría mucho de cualquier observación fundamentada, crítica constructiva, pregunta que abriera un enriquecedor diálogo desde posturas éticas y estéticas personales de exhaustivos filólogos -titulados o meramente vocacionales- que anteponen la vida espiritual a cualquier otra, que así al menos hizo uno: desde sus años mozos un autodidacta y un ermitaño de las letras consagrado a leer y escribir, y así será cada uno de los días que tenga a bien darle Dios, el azar o el destino. Y abierto queda a tenerles a ustedes en la mayor consideración, a poder aprender de cuantos francos, leales cancerberos del verbo como los haya por este espacio de Internet, en tanto comenten, aporten, propongan, tengan a bien formular interesantes sugerencias. No por mor del azar una de las irritantes limitaciones inherentes a la condición humana que lamentará Zaoc el día de su deceso, sin duda, será no haber podido adentrarse, por falta de tiempo material, en tantas obras y nombres merecedores de unción lectora, de ayer y también contemporáneos; así como, sabiéndose incardinado en el momento actual, no haber sabido qué cariz podría haber tomado el hilo de una conversación virtual que, tal vez, se podría haber establecido ya mismo, bajo este cielo otoñal que la muerte tiene por suyo emisario, en plena madrugada.
Más nada por el momento. Deseando que este mensaje por la presente suponga, además de una grata sorpresa para aquel que por aquí pasare -¿por qué no?-, un vehículo para que Zaoc comparta al fin algo de su música, su búsqueda y su amar con receptores preparados, sensibles y críticos, o el inicio quizás de una cálida amistad marcadamente intelectual, sólo me queda agradecerte a ti, quienquiera que seas, con toda honestidad, amigo o amiga en el anonimato, tu paciencia y tu atención, mientras uno queda consultando el aterciopelado encanto de la madrugada: orfeonistas cigarras, y luna y estrellas de estirpe clásica dentro de las misteriosas genealogías sin fin de la noche, habiendo llamado a las puertas de un nuevo lar que huele a la legua a maravilla recóndita, con un extenso y placentero salve muy de su cosecha, varias horas antes del primer despuntar de un amanecer de Octubre.
¡Salve!, ¡oh foro “Ábrete libro”!
https://www.amazon.com/Espejo-loa-las-s ... 69&sr=8-15