CTN - Con un sonido de piedra - Yayonuevededos (Ganador)

Relatos que optan al premio popular del concurso.

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kassiopea
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CTN - Con un sonido de piedra - Yayonuevededos (Ganador)

Mensaje por kassiopea »

Con un sonido de piedra

Bajé del tren en Estación San Bernardino junto con otras cuatro o cinco personas. ¿Estación? Apenas un apeadero con una oficina de un gris descascarado.
Cuando pasó el último vagón, me quedé en el andén mirando los rieles brillantes.
Tampoco había pueblo, nada más algunas casitas amontonadas.
Encontré un despacho de pan, compré bizcochitos de grasa y pregunté por el domicilio que llevaba en un papel. No quedaba demasiado lejos.
Caminé despacio por una huella reseca, entre zanjones de agua estancada. Atrás quedaron algún chalet con pretensiones, casas revocadas, de ladrillo desnudo, ranchitos, chozas desperdigadas entre baldíos y yuyales.
¿Quiénes puede vivir en lugares así, tan apartados de todo? Los que no tienen más remedio, por pobres o porque no quieren que los encuentren. Pero, yo los había encontrado. Preguntando, soltando algún billete, pagando una ronda de ginebra, los había encontrado. Sólo me faltaba enfrentarlos, obligarlos a que me miraran de frente.
Tantas noches rumiando este momento, y ahora el Colt me pesaba en la cintura.
La casa que yo buscaba parecía no encajar del todo, cerco de ligustro bien cortado, rosales, un portoncito de madera. Golpeé las manos, un perro ladró, parecía cercano. Advertí un movimiento en los visillos.
Crucé el jardín. Esta vez llamé a la puerta con los nudillos.
Oí pasos y un cuchicheo.
Volví a llamar con más fuerza. El perro no paraba de ladrar.
La puerta se entreabrió unos centímetros.
—Hola, Sofía— dije.
—¿Vos? ¿Vos, acá?
—Pasaba, y se me ocurrió hacerles una visita.
—Bueno, gracias y… adiós.
Hizo ademán de cerra la puerta, la paré de un manotazo.
—Cuánto apuro, che. ¿No me invitás a entrar?— Levanté la bolsa de papel madera, ya manchada de grasa— Mirá, hasta traje bizcochitos, de esos que te gustan... o te gustaban.
—Me los prohibió el médico.
—Bueno, pero un café no me lo vas a negar.
Sofía dejó de presionar la puerta y dio un paso atrás.
Había ganado unos kilos, y le aparecían algunas canas en las sienes, pero conservaba el cuerpo rotundo, los pómulos altos y esa chispa en los ojos que yo le conocía bien. Ahora parecía resignada, como si mi presencia le resultara inevitable.
Dio media vuelta y caminó hacia un pasillo algo oscuro, y aproveché para observar su silueta, seguía siendo una mujer atractiva. Los recuerdos se me vinieron encima.
La seguí a través de una sala diminuta. Piso de baldosas, en medio, una mesita redonda con un florero, flores de plástico, olor a cera.
Entramos en una cocina amplia, con mucha luz. En medio, una mesa con mantel de hule ajado y cuatro sillas de madera.
El perro que ladraba se calló.
Por la ventana vi un limonero, otro arbolito y una casilla medio destartalada, con seguridad un gallinero. Tres o cuatro batarazas picoteaban cerca de la entrada, me parecieron inquietas.
Sofía buscó un jarro, lo llenó de agua y lo puso al fuego.
—Te hago el café y te vas— dijo sin mirarme.
—No me gustan las visitas de médico— dije. —Además, tenemos tanto de que charlar.
Abrió una lata y volcó dos cucharadas de café en el agua hirviendo. Enseguida me llegó el perfume.
—Café recién hecho y que no sea en un bar o… en otro lado.
Me encaró. Le noté los ojos brillantes, pero Sofía era mucha mujer, mucha hembra como para largarse a llorar delante de mí. Sofía, mi Sofía.
—Por favor— le tembló la voz. —No nos hagas esto.
—¿Y Ernesto?— dije como si no la hubiera escuchado. —¿Dónde está mi amigo Ernesto?
Sofía miró de reojo hacia el gallinero. Apenas un relámpago.
—Está trabajando— sirvió el café en una taza y me lo acercó. —¿Querés azúcar?
Tomé un sorbito.
—¿Te olvidaste? Me gusta amargo.
Asintió. Se miraba las manos.
—Andá a llamarlo.
—Te dije que no está… En el trabajo, está —había algo desesperado en su voz—. Tiene un tallercito y arregla coches, no gana mucho, pero nos alcanza, y...
—... Lo llamás vos o voy a buscarlo.
Salió al patio de tierra, los hombros caídos, la cabeza gacha. Las gallinas se alborotaron alrededor de sus piernas. La vi asomarse al gallinero y hablar.
Encendí un Particulares, se me antojó más áspero que de costumbre.
Rechinó la puerta y entraron. Se daban la mano como colegiales. A Ernesto, el rubio se le había vuelto gris, la cara cubierta de arrugas. Llevaba un mameluco gastado.
—Bueno, bueno —dije—, reunión de amigos.
—¿Qué querés acá? —la voz de Ernesto había envejecido junto con él—. ¿A qué viniste?
—Ya se lo dije a Sofía, pasé a saludar. Traje bizcochitos de grasa, por si querés.
—No queremos nada de vos.
—Tenés mierda.
—¿Qué?
—Tenés mierda en el zapato, seguro que la pisaste en el gallinero.
—No te preocupes por eso. Te agradecería que te fueras.
Tomé otro sorbo de café, ya estaba frío.
—Ni una sola vez —dije—. No vinieron a verme ni una sola vez, ni una carta, ni una llamada, nada. ¡Veinte años! ¡Veinte años preso, y “mis amigos” me dejaron tirado! ¿Qué soy, una basura? ¿Un mierda que no merece ninguna consideración? ¿Ni un gesto?
»Me recagaron a palos, me metieron en aislamiento, me volvieron a cagar a palos, me dieron con la manguera a presión. ¡En pelotas, en medio del patio! ¿Y sabés qué dije? Nada, no les dije nada. No me ortibé. Aguanté la que me cayó encima, pero no fui un batidor.
»En eso somos distintos, ¿no?
—Era mejor no verte —dijo Ernesto. Parecía resignado.
—¿Fue por ella? ¿Fue por ella que me entregaste? ¿Arreglaste las cosas para quedarte con ella? Contestame, si tenés huevos. ¡Cagador!
—¡Basta! —interrumpió Sofía— ¡Ya basta! ¡Yo te entregué! ¡Y te entregué para que no te mataran ni nos mataran a nosotros!
—¡No te creo! —quise tranquilizarme—. Fue él. ¡Y vos eras mía!
—Ernesto también te tenía pavor —dijo—. Miralo, todavía le das miedo.
De golpe, el aire me pareció muy caliente. Respiré con la boca abierta.
—¿Vos? ¿Por qué?
Sofía apoyó la cadera contra la mesada.
—Estabas muy loco, acordate. Dormías con un revólver en la mano. Cualquier ruido te sobresaltaba. Dabas susto.
—Entonces decidiste que lo mejor para mí era hacerme una salidera.
—Fue lo mejor para todos.
Asentí sin mirarlos. Lo mejor para todos.
—Y te juntaste con este.
—Eso... Eso vino después —dijo Ernesto—. Un poco después.
Acercó una silla y se sentó, quedaba poco de aquel hombre sonriente que conocí.
—¿Tienen pibes?
La pregunta los sobresaltó. Vi cómo Sofía se restregaba las manos; Ernesto se pasó la lengua por los labios.
—Tenemos dos —dijo—. Buenos chicos, estudiosos… No saben nada de…
— ...De lo que éramos —interrumpí—, de lo que eran sus padres.
—El mayor entró en la facultad —dijo Sofía y había ansiedad en el tono de su voz—. Es muy buen alumno, saca buenas notas.
—Mirá vos qué bien. Qué orgullo dan los hijos, ¿no? Los que no tuvimos.
Quise estirar el momento. Que sufrieran en unos minutos lo que yo había padecido durante veinte años interminables.
Mañana, un juicio rápido y de vuelta al penal. Para mí ya no había más vida que esa.
—Dejalos afuera —dijo Ernesto, tembloroso. La cara como de tiza—, ellos no se merecen...
—¿Sufrir? ¿Enterarse de esta mentira? Sofi, hacé otro cafecito. ¿De veras no van a probar los bizcochitos?
Caí en la cuenta de que la había llamado "Sofi", y los recuerdos me mordieron el pecho. Sofi, Sofi.
—Si tuvieras algo de compasión —dijo Sofía—. Si pudieras perdonar.
Tuve un pensamiento oscuro, tan oscuro como el techo de mi celda.
—Como poder, podría. Pero sólo perdonaría a uno de los dos. ¿A cuál les parece? ¿Ernesto? ¿Sofi? ¿De quién voy a compadecerme? Elijan.
Ernesto bajó la cabeza, la barbilla le tocaba la pechera del mameluco.
—Dejala a ella —dijo casi en un murmullo.
—¡No! —Los ojos oscuros de Sofía relumbraron. Era, otra vez, la gata salvaje de otros tiempos.
Se interpuso entre Ernesto y yo.
—Atrevete conmigo, si sos hombre —siseó.
Cavilé unos momentos. Afuera, el perro volvió a sus ladridos insistentes.
Oí la puerta de calle que se abría y se cerraba. Pasos que se acercaban.
Un muchacho muy alto entró en la cocina. Tenía el pelo negro y los ojos rasgados de su madre, también algo más que no supe definir.
—Mamá, papá —saludó—. Buenas tardes, señor.
—Hola —dije— Vos debés ser el mayor, ¿no?
—Sí —dijo— ¿Y usted es…?
—Un amigo. Un amigo de hace mucho tiempo. Justo, tu mamá iba a preparar un café.
Miré de reojo, Ernesto parecía un maniquí, y Sofía se mordía el labio.
El joven debió captar algo, de repente se puso muy serio.
—¿Qué pasa? —preguntó.
—Nada —dije—. Así que entraste en la facultad. ¿Y qué estudiás?
—Abogacía.
—¿Y tu hermano?
—Va al industrial, quiere ser mecánico, como papá.
—¿Y cómo te llamás?
—Marcial.
La cocina, tan luminosa, me pareció envuelta en una nube gris, en una neblina espesa. Aspiré una bocanada, olía como la humedad de la cárcel. ¡Veinte años!
Tuve una sensación de derrumbe, de algo que se me rompía muy adentro.
—¿Marcial? —me volví hacia Ernesto— ¿Le pusieron Marcial?
—Se lo puso la madre —dijo. Y había dolor en su voz— Sofía quiso.
La miré. A ella también parecía faltarle la respiración.
—Señor —Marcial había endurecido su tono—. Señor, no sé que quiere, pero me parece que es mejor que se retire.
Lo observé mejor. La frente amplia, la mirada limpia.
—Tenés razón —me costó hablar con serenidad—. Ya me voy.
Me puse de pie apoyándome en el respaldo de la silla. Sentí las piernas como si fueran de goma y se estuvieran desinflando.
—Tienen una linda familia, che. Me alegro de volver a verlos.
Seguí a Marcial por el pasillo, la vista clavada en sus espaldas anchas. Era un muchacho magnífico.
Abrió la puerta con alguna brusquedad.
—No sé quién es usted —dijo cuando pasé a su lado—. Creo que es mejor que no vuelva.
Asentí.
—En la mesa dejé unos bizcochitos de grasa. Digo, por si te gustan.
—Buenas tardes —dijo, y cerró con fuerza.
Me quedé con esa última imagen: el muchacho-hombre tan alto, tan firme.
Volví hacia la estación del tren. En una zanja profunda dejé caer el revólver.
Se hundió con un sonido de piedra.
De tus decisiones dependerá tu destino.


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Nuvem
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Re: CTN - Con un sonido de piedra

Mensaje por Nuvem »

Me gusta la idea del relato y creo que está muy bien ejecutada. Las frases cortas lo hacen muy dinámico; se lee sin problemas y sólo quieres seguir avanzando para saber más. Lo único que me da pena es que se me hizo muy corto. Nada más lo terminé, quise volver a leerlo de nuevo, como para empaparme más de la historia. Me dejas con ganas de más, autor/a, y te "amodio" por ello :wink: ¡Felicidades!
Vivir sin leer es peligroso, obliga a conformarse con la vida, y uno puede sentir la tentación de correr riesgos.
Michel Houellebecq

Publiqué una novela y está disponible aquí :hola:
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Tolomew Dewhust
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Re: CTN - Con un sonido de piedra

Mensaje por Tolomew Dewhust »

Lo leí anoche y lo he vuelto a leer ahora. Muy sobrio, algo tosco, muy como se espera que se exprese un tipo que se ha pasado los últimos 20 años en prisión rumiando su venganza. Muy bien ejecutado, en definitiva. Tiene algo que embriaga, tal vez sean esos diálogos tan acertados, sin apenas acotaciones -porque no son necesarias- o la propia historia que se dibuja al margen del texto, que está sin estar escrita, la que todos imaginamos y no se nos cuenta...

Me gusta el final. Me gusta mucho cómo lo cierras. Tuve un tiempo de escribir relatos que acababan todos en muerte, suicidio y demás... Aquí cabía cualquiera y cualquiera por el que hubieras apostado me habría valido, aunque, en lo más hondo de mi patatilla te agradezco el final que nos has ofrecido, mucho más luminoso que el disparo de un revolver.

Solo puedo decir que me ha gustado mucho.
Hay seres inferiores para quienes la sonoridad de un adjetivo es más importante que la exactitud de un sistema... Yo soy uno de ellos.
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DarkLady Juliet
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Re: CTN - Con un sonido de piedra

Mensaje por DarkLady Juliet »

:60:

Venganza y perdón. Buena mezcla.
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Gavalia
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Re: CTN - Con un sonido de piedra

Mensaje por Gavalia »

Fijo que el autor es castellano leonés, :mrgreen:
Me encanta esta forma de hablar que tienen allá y en particular uruguallos y argentinos.
Respecto al relato, yo he visto a Clint Eastwood en toda su gloria transmitiendo tanto miedo como bondad. Ha logrado buenos diálogos: cortos, precisos, contundentes, que logran transmitir tensión, gravedad y expectativas oscuras que se ciernen flotando peligrosamente en el ambiente.
Tengo la impresión de que el hijo mayor no es de Ernesto, quizá por ahí vino el perdón.
Buen trabajo.
--- Pareces atribulado!!
--- No entiendo... tan sólo me estoy cagando.
--- Corre raudo, pues...
--- ¡Por los dioses! ¡¡¡Necesito un diccionario!!!
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Tolomew Dewhust
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Re: CTN - Con un sonido de piedra

Mensaje por Tolomew Dewhust »

Gavalia escribió:Tengo la impresión de que el hijo mayor no es de Ernesto, quizá por ahí vino el perdón.
Buen trabajo.
Así es, maestro gavalio, me quedé con la misma sensación. De hecho el prota fijo que se llama Marcial, de ahí que Sofía quisiera llamar así a su primer hijo. En este relato es tan importante lo que no se cuenta, lo que no está escrito, como lo que sí... Alucinante. Es como si la historia estuviera viva.
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Berlín
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Re: CTN - Con un sonido de piedra

Mensaje por Berlín »

Un hombre baja del tren en medio de un pueblo de casas descascarilladas con una dirección en la mano y el peso de un colt en la cintura. ¿Y qué carajo puedo decir yo ante algo así? Una casa, un perro que ladra, cercano, y una mujer rotunda pero atractiva que abre dos centímetros de puerta. Un café de olla, pastelillos de grasa, una silla, un limonero y gallinas en el patio. Y Sofí, que ahora tiene un par de canas en las sienes y un niño de veinte años que acaba de conocer a un padre que lleva una dirección en la mano. Veinte años de cárcel. Un conde de Montecristo preparando una venganza que no puede cumplir, por eso, porque hay un muchacho-hombre con la frente amplia y la mirada limpia.

Los diálogos son brutales, concisos, a lo que van, sin más. No hay relleno, no se ven postizos, bien.

Me gusta todo, el fondo y la forma, así que por mí genial. He leído unos cuantos por encima, pero de momento estás arribita.
Si yo fuese febrero y ella luego el mes siguiente...
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Isma
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Re: CTN - Con un sonido de piedra

Mensaje por Isma »

Me gusta mucho, me parece heredero de los maestros latinoamericanos que sugieren tanto con sus cuentos. El tema es muy potente y el autor lo tiene claro: no explicita, tiene paciencia, y luego no se guarda nada. La rabia contenida del protagonista es palpable, como si las letras vibraran cada vez que habla.

De mejorar, sugiero revisar el arranque, pues se hace brusco con esas frases cortas que no se sabe a dónde dirigen. Mira, tal vez hubiera podido comenzar directamente con Marcial (creo) llamando directamente a la puerta.

posdata. Me gusta el perro ladrando
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Re: CTN - Con un sonido de piedra

Mensaje por Snorry »

El autor lo negará :mrgreen: pero yo veo aquí un corte de mangas a Chéjov, a su principio del arma jajaja...
Por lo demás una factura casi perfecta, de alguien con mucho oficio.
Solo achacarle, como alguien ha apuntado, que se hace corto. Pero bueno, las bases tampoco dan para más.
A mí me gusta el principio, crea la atmósfera apropiada.
Muy bueno
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Re: CTN - Con un sonido de piedra

Mensaje por jilguero »

¡Qué pedazo de cuento¡ Da pena que se acabe...

No sé que decirte. Está tan bien escrito y cuentas una historia que me gusta mucho, así que no se me ocurre ninguna pega que ponerte: por aquello de aportarte algo, lo digo.

Y encima con ese lenguaje de allende los mares que tanto me gusta y ese remate tan elegante, sin decir lo que no es necesario decir porque basta con ese nombre, Marcial, para que el lector adivine el resto. :chino: :chino: :chino:


¿Qué me está pasando? :party: Las cavilaciones de Juan Mute

El esfuerzo mismo para llegar a las cimas basta para llenar un corazón de hombre (A. Camus)
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posman
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Re: CTN - Con un sonido de piedra

Mensaje por posman »

Otro relato que me gusta. La acción se centra en el prota y también la tensión. Una venganza en una visita de cortesía, la cual está bien planificada, e incluso el tío "se invita" a entrar en la casa. Un puntazo lo del perro que ladra, pues eleva aún más la tensión. Pero lo que más me ha gustado es que lleva una bolsa con bizcochitos.., no sé si comérmelos, tengo la impresión que es para no ir a la fosa con el estómago vacio. Mira que me dieron que pensar esos malditos. Yo tenía tal grado de tensión que mis constantes vitales cogieron tal velocidad que las perdí de vista quedando atrapado en los arenales de la desesperación. Creo que no me reconozco desde que acabé de leer esta historia.
Buen trabajo.
—Estaba tan asustado que hasta el miedo me abrazaba..
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Re: CTN - Con un sonido de piedra

Mensaje por magali »

Es un cuento muy visual. Consigues que esta lectora se imagine el entorno de forma exacta y con pocas palabras, sin excederse en descripciones.

Lo mejor todo lo que no dices: el amor por la mujer, el deseo de venganza, el reconocimiento del hijo... Todo perfecto.

He buscado los bizcochitos de grasa porque no sabía lo que eran. Se ven apetitosos.

Muchos éxitos.

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Estrella de mar
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Re: CTN - Con un sonido de piedra

Mensaje por Estrella de mar »

Me ha gustado mucho. No había caído en eso que ha dicho Snorry de la frase de Chejov. Le ha callado la boca a uno de los grandes maestros del relato. Se me cae la baba.

Aquí hay detrás una pluma veterana, con conocimiento, y se nota. Yo, como entiendo una mijita de análisis de obras artísticas porque me he llevao treinta años subtitulando pelis para adultos, puedo decir que este texto tiene pellizco.

Ole.
Por un cachito de la mar de Cai les cambio el cielo que han prometío.
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Ginebra
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Re: CTN - Con un sonido de piedra

Mensaje por Ginebra »

Escueto, sobrio, genial. Me gusta mucho cómo lo conduces y el final me parece perfecto. Como dicen por ahí, lo que no cuentas se lee perfectamente, eso da cuenta del dominio que tienes con las palabras. Me ha gustado mucho

Parece que nos movemos entre venganzas y perdones…
Los científicos dicen que estamos hechos de átomos, pero a mí un pajarito me contó que estamos hechos de historias. Eduardo Galeano


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Ratpenat
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Re: CTN - Con un sonido de piedra

Mensaje por Ratpenat »

Está muy bien escrito, te lo lees de un plumazo y se queda corto. Al principio he pensado que me lo atribuirían a mí, porque aquí yo digo mucho che. Pero creo que este es un che argentino, así que no. Gracias por compartirlo :60:
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