CTN - Las cavilaciones de Juan Mute -Jilguero (relato fuera de concurso)

Relatos que optan al premio popular del concurso.

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Jarg
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Re: CTN - Las cavilaciones de Juan Mute (relato fuera de concurso)

Mensaje por Jarg »

Aunque no es el tipo de relato que suelo leer, está tan bien escrito que me ha enganchado. No he entendido muchas de las referencias que hace, pero vaya, ese hombre que observa a la urraca, se convierte en rama seca y sueña con el monasterio mientras contempla a un león que ve atardeceres no deja indiferente. Tengo ganas de leer lo que su autor/a nos vaya a decir al respecto, pero por el momento le puedo dar la enhorabuena por una prosa tan magnífica.
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jilguero
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Re: CTN - Las cavilaciones de Juan Mute (relato fuera de concurso)

Mensaje por jilguero »


Gestación
Con Tadeus coincidí en el concurso en que su Conrad Melbroke arrasó. Me pareció sencillo, honesto, entusiasta, buena persona… Me cayó bien y le tomé aprecio cibernético, que es el que me une con aquellos a los que no conozco en persona. Cuando me enteré que se le hacía un homenaje, tuve claro que deseaba participar. Así que entré en el foro y estuve leyendo algunos mensajes suyos para tratar de que el relato evocara algo de él; y por eso ha sido un alegrón que Dark haya dicho: Creo que es un homenaje de alguien que conoció (de una manera u otra) a Tadeus. El resultado es el que habéis leído, una historia bastante abierta y metafórica. Por eso, aunque soy partidaria de que cada cual haga su propia versión (me lo he pasado muy bien leyendo las de algunos de vosotros: posman, Noramu), pensando en aquellos a los que os ha gustado la "música" (también eso me ha alegrado mucho) pero no habéis sido capaces de ponerle letra, os voy a contar cómo se gestó y cuál es mi interpretación, a posteriori, como lectora.

Y digo esto último porque este relato fue escrito siguiendo el consejo de Tadeus: no te olvides nunca, pero nunca nunca, de disfrutar. Si no disfrutas escribiendo.... Y para disfrutar, nada mejor que dejar volar la imaginación con libertad, tal como él hacía a veces: El edificio esta levantado y solo queda poner ladrillo tras ladrillo para cerrar la fachada... un rollo. Pues salgo por peteneras. Me desvio. Creo nuevas líneas narrativas y las sigo. A ver donde me llevan. Unas veces cogen vida propia y las saco, dejándolas para más adelante el cerrarlas. Otras encajan tan bien que sigo por allí desdeñando la estructura argumental planificada.

Por otro lado, me enteré de que prefería la Literatura (versus otros medios audiovisuales) porque le dejaba más margen a su imaginación: Leo. Leo mucho. Porque me gusta esta manera de acceder a las historias. Porque me dan más libertad. Imagino los personajes como me da la gana, el escenario y la escenografía. Mi imaginación vuela. Y disfruto. A lo que añade que:...en cuanto recibes la historia más elaborada, menos libertad a tu imaginación dejas. Por eso me parecía adecuado regalarle una historia abierta, para que allá donde esté su imaginación pueda volar.

Cuando tuve noticias de su muerte y del homenaje, yo estaba planeando escribir un relato usando como catalizadores tres cuadros que me parecían sugerentes. Decidí seguir adelante con esa idea pero teniendo como condición primordial que la historia fuera el homenaje de Jilguero a Tadeus. En otro mensaje os pondré el texto con los cuadros para que veáis por qué aparecen ciertos elementos y no otros, si bien no conocerlos debería dar igual puesto que cualquier historia la construye la imaginación usando como ladrillos cosas leídas, vistas, vividas, etc. Por eso, como bien ha señalado Snorry, también hay en el cuento alusiones a obras literarias: El principito (habitante del asteroide, puestas de sol), El nombre de la rosa (monjes, abadía, muertes), Fumar mata (hermano Conrad, cajetillas de tabaco), Evangelio según san Marcos (león, la voz que clama en el desierto), Así habló Zaratustra (león, tres etapas vitales)…

Y como Tadeus había afirmado “Me gusta leer. Casi de todo”, el protagonista es Juan Mute: versión masculina de una tal Juana Zumajo, vieja conocida de Jilguero, que como dice el relato “Leía mucho. Leía de todo y los leía a todos. También a Tadeus Nim”. Esto último porque Tadeus, cuando estaba escribiendo su primera novela, como lector de sí mismo, dijo en el foro: Sí, me gusta. No, no me gusta. Bueno sí, sí me gusta pero no es, para mi estupor, algo que yo habría leído de motu propio. No es ni el género que suelo leer, ni siquiera el tipo de escritos que en principio me atraen. Desazón, desazón, desazón. Y esa desazón que le produce la lectura de su propia historia creo que es la causa de esa desazón o de ese miedo de Juan Mute a que el león gire la cabeza y haya de enfrentarse a esa creación/sueño final en el que será testigo (creador), verdugo y víctima: un uróboro perfecto.

Tadeus dijo también: Desde siempre he acariciado la idea de cambiar mi situación. La de lector por la de autor. Esto queda reflejado en esa evolución de Juan Mute de lector a retirarse para dedicarse exclusivamente a jugar con las palabras (…el arte de juntar letras, Tadesus dixit) en sueños. Crea historias solo en el interior de su cabeza porque Tadeus afirmó también: A mi, personalmente, por sobrarme me sobran hasta las letras, el texto. Como dando a entender que solo le interesaba lo que se cuenta. Y cuando un escritor está creando una historia es el único testigo de lo que ocurre, por eso la misión de Juan Mute (creador de historias) es ser el “testigo necesario” para que lo que ocurre a su alrededor (en su imaginación) realmente ocurra. Su testimonio es esencial, como bien decía Tadeus: …hay algo imprescindible en esto. Y es el autor. Que nos lleva emocionalmente de la mano por la historia que nos cuenta.

Después de esta explicación de cómo se gestó, y por qué es una historia abierta o por qué entran los elementos que entran y no otros (estas frases de Tadeus y los cuadros fueron los catalizadores), procedo ahora a deciros cuál es mi interpretación como lectora. Una interpretación más literal, más ceñida a lo que se nos cuenta; y otra interpretación más metafórica, en el contexto de que está concebida para dedicársela alguien que deseaba pasar de ser lector a ser autor de historias.

Interpretación literal
El título, Las cavilaciones de Juan Mute, nos da una clave importante, en el sentido de que todo lo narrado ocurre en la cabeza (cavilaciones) de Juan Mute (mudo, silencioso). La voz narradora, el presente, parece hablarnos desde un sueño (duda si es Juan Mute o uno de sus personajes oníricos), en el que recuerda su pasado e imagina su posible futuro (sueño de la abadía).

Juan Mute era un lector empedernido que leía mucho y para quien los personajes de ficción eran casi reales (dice que paseaba de madrugada en compañía del Principito). Le gustaba jugar con las palabras (imaginarse historias) y, a partir de un momento, decide darle un giro a su vida y se retira a vivir en soledad, dedicándose por completo a crear historias en sueños. Y al igual que antes se imaginaba pasear en compañía del Principito (personaje de otro autor), ahora tiene de compañera una urraca que sospecha ha nacido de uno de sus sueños (personaje propio); urraca que, al igual que otros córvidos, como bien ha dicho Noramu, simboliza la muerte. Por eso, creo que ese atardecer en que estaba tan cansado y todo le molestaba, en realidad estaba enfermo y el pictograma que dibujó la urraca fue uno que simbolizaba la muerte, el fin de esa etapa de su existencia. No se nos dice cuál fue ese símbolo, pero como lectora creo que dibujó una cruz, ya que después juega con la palabra cruz en sueños para simbolizar la muerte.

La voz narradora (la mente de Juan Mute, sus cavilaciones) está atrapada en un sueño en el que sigue haciendo lo que más le gusta: imaginarse historias, de ahí que sueñe de forma reiterada con la abadía (un sueño anidado en otro sueño, nos dice). En el sueño primario (desde el que habla) se ve como una rama seca que no se puede mover pero sí observar y que tiene como compañero un león (el cuerpo de Juan Mute quizás) que parece estar triste, como si todas sus fuerzas estuvieran aletargadas por la tristeza. Juan Mute se encuentra en una situación de tránsito (muriendo) y todavía tiene apego a su anterior vida. Pero intuye que cuando el león se gire y sus pupilas le hagan de espejo será el momento en que se hará realidad lo que ha soñado: la muerte de Juan Mute a manos de Juan Mute. Esta vez será creador, verdugo, víctima y hasta compañero de una de sus creaciones: el hermano Conrad que, a falta de ovarios (un asesino en serie de mujeres entre monjes, ¡menuda faena!), colecciona ahora testículos. Desea que ese instante se posponga porque todavía siente apego a lo que deja atrás (la tristeza que os transmite a algunos el texto) y porque desconoce lo que hay después.

Interpretación más metafórica.
El texto es un homenaje a Tadeus y, como él soñaba con ser autor, el relato narra las distintas etapas de alguien, Juan Mute (alter ego de Tadeus) que desea dedicar su vida a crear historias. Un creador que en este caso hasta prescinde de las letras, del texto (a Tadeus le sobraban) y las crea solo en su cabeza jugando con las palabras (conceptos) en sueños. Por eso el apellido Mute, mudo, silencioso, del protagonista. La presencia de un león en uno de los cuadros es la causa de que en la estructura del relato haya tres etapas que remedan, aunque muy a grosso modo, los tres estadios de la metáfora de Así habló Zaratustra (Isma, en una de sus cavilaciones, lo intuye) sobre la transformación de un espíritu (el de Juan Mute) desde una primera etapa (para Nietzsche: camello o borrego) en la que es uno más en medio del mundanal ruido, no siendo capaz de ser quien desea ser; un segundo estadio intermedio de lucha para liberarse (león) y llegar así a una tercera etapa (niño) en la que se consigue ser libre de pensamiento y acción, inocente como un niño.

La primera etapa es el pasado de Juan Mute lector empedernido, la voz narradora se encuentra en la segunda etapa y la tercera etapa es su posible futuro. En el pasado Juan Mute ha leído mucho, algo que suelen hacer todos los escritores, también Tadeus, y comienza una segunda etapa cuando da el paso de retirarse (la casa salinera en ruinas simbolizando el fin de su vida anterior); de hecho, el relato se narra desde el corazón de esa etapa de lucha por dejar atrás quien era antes y convertirse en un espíritu nuevo consagrado a la creación. Que está en un momento de lucha, de cambio, lo simboliza ese león que está triste, nostálgico de lo que ha tenido que sacrificar; y también en ese sentimiento de culpa “onírica” por soñar que ha matado de forma definitiva a quien ha sido. La tercera etapa está simbolizada por el sueño de la abadía. Abadía que de nuevo está en ruinas, simbolizando el fin de la etapa anterior, y en ella el nuevo Juan Mute, el que al fin se consagrará por entero a la creación, mata y entierra al otro Juan Mute, y se supone que ya lo hará sin sentimiento de culpa, como le pasa al niño inocente que actúa libremente y sin remordimientos.

Es decir, el relato simboliza la que podría haber sido la trayectoria de Tadeus como autor de historias. Hasta donde he podido deducir, la muerte le sorprendió en esa segunda etapa que es desde la que habla la voz narradora. Personalmente me gusta la metáfora de la muerte como sueño eterno porque me consuela pensar que los seres queridos que mueren están haciendo eso: vivir en sueños. Me imagino, pues, a Tadeus creando al fin historias sin esas letras, sin ese texto, que le sobraban (antes eran imprescindibles, ahora ya no). Y mi deseo es que algún día, de una u otra manera, todos podamos disfrutarlas.



Deep peace to you!

Última edición por jilguero el 15 Feb 2024 21:24, editado 1 vez en total.


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Re: CTN - Las cavilaciones de Juan Mute (relato fuera de concurso)

Mensaje por jilguero »



Las cavilaciones de Juan Mute

De cuando era joven y vivía inmerso en el mundo, solo recuerdo las lecturas a deshora y el posterior deambular por las calles, de madrugada, como un sonámbulo…

Leía mucho. Leía de todo y los leía a todos. También a Tadeus Nim. Hasta que me retiré a vivir a la marisma y dejé de leer. Ya no necesitaba hacerlo. Me seguía gustando jugar con las palabras, pero el eco de mi antigua voz en el interior de la cabeza me bastaba. Mi garganta dejó de emitir sonidos por decisión propia y me convertí en Juan Mute: una suerte de ermitaño que hablaba sin voz desde la Isla del Trocadero.

El techo de la casa salinera estaba casi del todo derrumbado y de sus muros de piedra ostionera solo quedaban en pie fragmentos. Pero aquellas ruinas eran mi morada y, durante un tiempo, también lo fueron de Cleopatra. Apareció una mañana posada en el muro del caño y, contra todo pronóstico —tenía mirada de aventurera—, en vez de levantar el vuelo, se quedó. Se hizo, además, cómplice de mi silencio y dejó de graznar como el resto de las urracas. El único ruido que delataba su presencia era el de su pico garabateando signos incomprensibles en el suelo. Se pasaba los días absorta en esa tarea con una determinación extraña, como si deseara decir algo y su rudimentario cerebro no se lo permitiera.

Aquel atardecer me sentía agotado y necesitaba silencio. ¡Mucho silencio! Tanto que no soportaba el eco de mi voz dentro de la cabeza, ni tampoco el del pico de Cleopatra hurgando en la arena. En ese momento, ella estaba trazando garabatos con un ritmo frenético, como si hubiera adivinado que ese crepúsculo sería el último que iba a pasar en mi compañía. Por mi parte, estaba ya convencido de que aquel terco pájaro solo era una simple ficción nacida de mis juegos nocturnos con las palabras. Pensaba también que si se había quedado todo aquel tiempo conmigo, pese a su mirada de aventurero, quizá fuera porque tenía algún mensaje que darme. Aquella anochecida constituía su última oportunidad de comunicármelo y, por suerte o por desgracia, aún no lo tengo claro, el azar guío al fin su pico y Cleopatra dibujó en el suelo el pictograma que iba a cerrar un nuevo círculo de mi vida.

Rama seca.jpg

O al menos eso es lo que me gusta creer desde que mi existencia se ha visto reducida a ser una especie de rama seca sin hojas ni frutos. Desperté así una mañana y, desde entonces, he llevado una vida sedentaria y aburrida. Me consuela pensar que sigo siendo Juan Mute, solo que ahora ya no clamo sin voz desde la Isla del Trocadero, sino desde esta gélida y solitaria morada arbórea. Mi misión continúa siendo la misma: ser el testigo necesario para que todo lo que ocurre a mi alrededor realmente ocurra. Observo, pues, mi entorno con la parsimonia propia de quien se sabe preciso. Pero hay momentos en los que me dejo arrastrar por el desaliento y me digo que me he quedado atrapado en uno de mis sueños y que este paisaje nevado forma parte del mismo. E incluso hay veces en las que llego a pensar que solo soy, al igual que Cleopatra, una criatura de ficción nacida de alguno de los juegos nocturnos de Juan Mute.

Sea yo quien sea, esta vez mi acompañante no es ninguna urraca que garabatea en el suelo signos incomprensibles con el pico, sino un mayestático león que se pasa los días mirando las sucesivas puestas de sol que tienen lugar, a diario, en este inhóspito rincón. Me pregunto a menudo si este felino estará igual de triste que lo estaba el entrañable habitante del asteroide B 612 el día que necesitó ver cuarenta y tres puestas de sol seguidas. Saint-Exupéry lo conoció mientras arreglaba el motor de su aeroplano en medio del desierto del Sáhara. Yo lo conocí en mi etapa de leer a deshora y hubo madrugadas en las que paseé en su compañía por las solitarias calles de la ciudad. Me enteré, así, que no hay mejor antídoto contra la tristeza que ver puestas de sol.

León.jpg

Sé que en uno de estos atardeceres silenciosos y solitarios —aquí solo estamos él y yo—, el león girará la cabeza, me mirará a los ojos y, al hacerlo, veré reflejada en sus pupilas esta rama invernal sin hojas ni frutos que soy ahora. Se cerrará así un nuevo círculo de mi vida —o de la de mi creador, eso poco importa—. Me asusta que llegue ese momento porque, anidado en este sueño del que tal vez solo formo parte, hay otro sueño en el que juego con las palabras abadía y roble. En él me hallo caminando, junto a otros monjes, por en medio de un robledal nevado. Marchamos de dos en dos y mi compañero es el hermano Conrad: un antiguo fumador empedernido que ahora colecciona cajetillas de cigarrillos vacías. La comitiva avanza hacia una altísima abadía en ruinas de cuyos muros de piedra solo quedan en pie el ábside y la ojiva de acceso al antiguo recinto. Es nuestra morada y hacia ella nos dirigimos entonado un canto lúgubre.

Pero hay noches de plenilunio en la que juego también con una tercera palabra: cruz. Y en esas noches el ábside tiene un limbo de luz lechosa procedente de la luna llena y los siempre níveos alrededores de la abadía están sembrados de cruces. En vez de traspasar el umbral de nuestro ruinoso cobijo, me salgo de la fila y, sin dejar de canturrear la salmodia de turno, me aproximo a una de las tumbas. Enterrada a medias en la nieve, hay una cruz de madera de roble ante la que me detengo. En su travesaño, impreso con un punzón de hierro candente, figura el nombre de su ocupante. En cuanto lo leo, se me saltan las lágrimas y me siento culpable…

Abadía.jpg

Culpable de haberme callado y no haberle dicho al hermano inquisidor que Juan Mute solo era un pobre hombre al que la lectura le había hecho perder la razón y que, si se negaba a hablar, no era por rebeldía, sino por miedo a degastar las palabras con las que necesitaba jugar en sueños. Y no menos culpable de haber aceptado ser la mano ejecutora de la injusta sentencia a muerte que, contra él, dictó aquel despiadado adalid de la fe; y de haber permitido, luego, que el hermano Conrad guardara sus testículos en una de las cajetillas de su colección. Solo me queda el consuelo de saber que fueron también mis manos las que cavaron su tumba y grabaron su nombre en la cruz para que pudiera descansar en paz sin caer del todo en el olvido.

Este onírico sentimiento de culpa es la razón de que, pese a ser ahora una anodina rama sin hojas ni fruto, tenga miedo de que llegue el atardecer en el que el león gire su majestuosa cabeza y no me quede otro remedio que mirarme en sus tristes pupilas para que se cierre al fin un nuevo círculo de mi vida. Y me asusta que eso ocurra porque sé que esta vez el uróboro se morderá de verdad la cola y, además del habitual papel de testigo mudo, habré de asumir también los de verdugo y víctima. Durante esta aciaga y monótona etapa de existencia sedentaria, le he cogido mucho aprecio a mi único y fiel compañero. Me apena, pues, verme obligado a desear que su tristeza sea tan inmensa que no pueda apartar la vista de los ocasos y posponga in aeternum ese giro de cabeza cuyas consecuencias, entrevistas en sueños, tanto temo.
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Re: CTN - Las cavilaciones de Juan Mute (relato fuera de concurso)

Mensaje por jilguero »

Espero que haya sido del agrado de Tadeus...

Gracias a todos lo que lo habéis leído y comentado. De modo muy especial a Dark :60:.


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Re: CTN - Las cavilaciones de Juan Mute (relato fuera de concurso)

Mensaje por Nínive »

Hola, jilguerillo. No he leído aún tu relato, tuve que dar prioridad a los que participaban en el concurso. Pero volveré a pasarme por aquí para comentar.
Beso :60:
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Re: CTN - Las cavilaciones de Juan Mute -Jilguero (relato fuera de concurso)

Mensaje por noramu »

Jilguero, un placer leerte de nuevo por aquí. Espero que no nos vuelvas a privar de él tanto tiempo. No se por qué es más coherente tu interpretación del relato que la mía :cunao: Aunque debo decir que con la mía también me había encantado.
Precioso texto y precioso homenaje a Tadeus. Por mi comentario que ya viste que caló hondo y seguiré leyéndolo hasta que cale del todo tu interpretación aunque, ya tú sabes. Ya no te pertenece solo a tí.
:60: :60:
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Re: CTN - Las cavilaciones de Juan Mute -Jilguero (relato fuera de concurso)

Mensaje por Berlín »

Jilguero, también yo te tengo pendiente, y no me olvido. :hola:
Si yo fuese febrero y ella luego el mes siguiente...
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Re: CTN - Las cavilaciones de Juan Mute -Jilguero (relato fuera de concurso)

Mensaje por jilguero »


A quienes no os ha dado tiempo, tampoco os preocupéis. Lo más importante esta vez era hacerle el homenaje a Tadeus.

En ese sentido os pido disculpas a todos por olvidarme bastante de vosotros. Pero cuando encontré esas frases de Tadeus invitándome a disfrutar a tope mientras escribía y esa inclinación suya a que la historia le dejara volar la imaginación me olvidé de que esto era un concurso y habría otros lectores a los que no se puede dejar muy in albis. Por suerte, la musiquilla os ha agradado, de lo cual me alegro mucho, al menos os ha sido de lectura agradable, que no es poco.

Y bueno, para subsanar eso, he hecho una explicación más larga que el cuento. Jajaja, si la lee Isma, igual dice que es más un castigo, que él ya caviló bastante. Por cierto, me gustó esa idea de que Juan Mute pudiera ser una creación literaria. Tal como está pretendía ser más una trayectoria vital de un autor, pero con algunos retoques también podría haberlo sido.

Noramu, tu versión me gustó mucho y coincidimos en bastantes cosas. Yo jugaba con ventaja por haber visto los cuadros. Pero haciéndole pequeños retoques se adaptaría a la tuya muy bien. También me gustó la de posman. En ambos casos, vuestra interpretación de los testiculos es mejor, más interesante, que la de Jilguero :cunao:. También Iliria con pocas palabras crea una versión coherente. Y leerlo como un poema, dejándose llevar por las imágenes no es tampoco mala idea. Tenía un amigo dominico que era poeta. Sus versos no se entendían mucho, la verdad. Cuando le preguntábamos qué quería decir: su repuesta era, no pienses, no trates de entenderlo todo, déjate llevar por las palabras.

Y sí, Noramu, esta historia es ahora de Tadeus, por supuesto, pero también de todo aquel al que le interese hacerla suya.


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Re: CTN - Las cavilaciones de Juan Mute -Jilguero (relato fuera de concurso)

Mensaje por DarkLady Juliet »

Me paso muy rápido para decir solo una cosa:

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Re: CTN - Las cavilaciones de Juan Mute -Jilguero (relato fuera de concurso)

Mensaje por Isma »

Me he leído toda la explicación y me ha encantado, Jilguero :60:. Me ha gustado muchísimo el sentido que tenía el relato como homenaje. Es muy personal y, a la vez, abierto. Gracias por compartir tus pensamientos, que siempre he pensado que en verdad son como los de un pájaro, humildes y bellos en sí mismos...
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Re: CTN - Las cavilaciones de Juan Mute -Jilguero (relato fuera de concurso)

Mensaje por jilguero »

DarkLady Juliet escribió: 16 Feb 2024 12:08 Me paso muy rápido para decir solo una cosa:
Gracias a ti, Dark. Espero que el tiempo dulcifique tu dolor y pronto puedas recordarlo con alegría. Creo que tú erees uno de los principales motivos de que el león vea tantas puestas de sol. :60:
Isma escribió: 16 Feb 2024 17:29 Me he leído toda la explicación...
Creí que te meterías con el pájaro marrullero, en plan cariñoso claro.
Isma escribió: 16 Feb 2024 17:29 Es muy personal y, a la vez, abierto.
Quizás debería haber tenido una advertencia de "No caviles mucho, lector, dale tú el sentido que prefieras".
Isma escribió: 16 Feb 2024 17:29 Gracias por compartir tus pensamientos
Pues agradecida quedo a quienes os habéis leído también "el pliego de descargos". :P


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Re: CTN - Las cavilaciones de Juan Mute -Jilguero (relato fuera de concurso)

Mensaje por Jarg »

A mí el relato me gustó (aunque no entendiera todas las referencias), pero con las ilustraciones que has añadido se hace aún más sugestivo, sobre todo con la del león.
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Re: CTN - Las cavilaciones de Juan Mute -Jilguero (relato fuera de concurso)

Mensaje por jilguero »

Jarg escribió: 17 Feb 2024 11:25 A mí el relato me gustó (aunque no entendiera todas las referencias)
Sí, he visto que la música os ha agradado. También que os ha resultado sugerente aunque demasiado oscuro. Era un homenaje a Tadeus y, en ese sentido, está justificado. Pero un texto tan abierto desconcierta al lector y conviene, por tanto, atarlo un poquito más. :wink:


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