CTN - Ya no te va a llamar - Nuvem

Relatos que optan al premio popular del concurso.

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kassiopea
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CTN - Ya no te va a llamar - Nuvem

Mensaje por kassiopea »

«Ya no te va a llamar»


Cuando escucho el crujido de la puerta que indica que Lucas ha vuelto, me levanto de la cama, me pongo el kimono de seda sobre la ropa interior de encaje y me dirijo hacia la entrada de casa.

Son cerca de las diez de la mañana. Lucas ha tenido turno de noche y se le nota cansado. Me ve y me hace un gesto con la mano para que no me acerque a él hasta que se haya quitado los zapatos, que deja en un barreño lleno de lejía que tenemos junto a la puerta, y la ropa de trabajo, que lleva directamente a la lavadora para que, en un programa intensivo que combina sesenta grados de temperatura con detergente en cantidades industriales, borre cualquier resto de ese virus que ahora lo infecta todo, incluidas nuestras conversaciones.

Lucas es técnico de emergencias sanitarias y por eso aún trabaja. El resto, por el contrario, hemos visto nuestras vidas paralizadas por la Covid-19 y ahora vivimos en este embrujo que es que todo siga aparentemente igual aunque en el fondo todo haya cambiado.

—¿Ha llegado tarde el relevo, cariño? —pregunto, porque llevo más de una hora esperándole. Suele llegar poco después de las ocho.

—¿Eh? —contesta, despistado. Apenas me mira. — Sí, sí, ha sido eso. Me tengo que duchar.

Se dirige al cuarto de baño y abre el grifo del agua caliente. Le sigo a una distancia prudencial, no porque me dé miedo el virus del que puede haberse contagiado pese a estar prácticamente sepultado durante toda la jornada bajo su EPI, sino porque sé que, hasta que no se quite esa sensación de podredumbre y muerte de encima, no querrá que lo toque.

Se mete a la ducha y yo me quedo sentada en la cama de nuestra habitación, esperándole.

Últimamente, me parece que no hago más que eso. Esperarle.

Me da por pensar en si de verdad habrá llegado tarde el relevo del turno de día o si Lucas se habrá estado follando a su compañera de ambulancia.

Porque mi marido me es infiel. Hace semanas que lo sé.

Me enteré justo antes de que se declarara el estado de alarma. Quería mandarme de su móvil al mío unas fotos que nos habíamos hecho durante un fin de semana en la nieve, un mes antes. Él y yo solos, cuatro días, esquiando, comiendo y follando. Fue como antes de que la rutina llamara a nuestra puerta y se hiciera hueco en nuestra vida. Sentí que conectábamos de nuevo.

Para Lucas, al parecer, no fue así. O lo fue, pero no fue suficiente. Porque Lucas ya tenía algo con su compañera de ambulancia, Claudia. Y Claudia debió de echarlo mucho de menos ese fin de semana, porque junto a las fotos que Lucas y yo nos habíamos hecho salían otras, enviadas a través de whatsapp, en las que Claudia le recordaba cómo eran sus tetas, su culo y hasta su coño. Y yo, que no conozco las tetas, el culo y el coño de Claudia, lo supe porque me bastó ver que era ella quien las había enviado a través de esa aplicación de mensajería instantánea.

Estuve un día entero en estado de shock, sin saber qué decir, y después dos semanas pensativa, barruntando mis opciones. Cualquier otra se lo habría escupido a la cara, rabiosa, lo habría echado de casa y le habría pedido el divorcio, como en las películas. Mujer que descubre que su marido le es infiel y entra en cólera. Marido que se finge compungido pero se marcha, claro que lo hace, y se va con la otra, que ahora será la suya, hasta que llegue la nueva otra, y así mientras pueda aguantar la farsa.

No quería dejar a Lucas ni que él me dejase. Sobre todo, no quería que Lucas saliera indemne de todo esto, y menos aún, que fuera capaz de ser feliz sin mí.

Así que aguanté un tiempo, pensando en qué pasos dar para materializar mi plan, y la vida me lo puso fácil. Un virus de murciélago, o de pangolín, se transmitió a los seres humanos, o bien se creó en un laboratorio y se liberó al mundo; no puedo saberlo, nadie lo sabe, y a efectos prácticos, me da absolutamente igual. El caso es que el mundo se detuvo por un tiempo, las reglas antes vigentes dejaron de ser aplicables y encontré una vía para acabar con todo.

Los médicos forenses dejaron de hacer autopsias si la causa de la muerte era fácilmente determinable mediante la documentación médica disponible y la exploración visual externa del fallecido. Lo sé porque soy técnico de anatomía patológica y trabajaba en el Instituto de Medicina Legal de nuestra ciudad, aunque ahora lleve meses en paro. Mantengo el contacto con mis compañeros y, sin despertar sospechas, he sido capaz de confirmar ese dato.

Puedo deshacerme de Lucas con tal de que la causa de su muerte cuadre con su historial médico, y creedme si os digo que no es difícil, porque mi marido nunca ha sido de los que se cuidan. Cuarenta y nueve años, hipertensión arterial, diabetes y fumador compulsivo; parece haberse dedicado toda su vida a comprar papeletas para el sorteo de la muerte. Persona de riesgo incluso para la Covid-19, se negó a coger la baja cuando se la ofrecieron y se prestó voluntariamente a seguir trabajando. O a seguir viendo a Claudia; ahora ya no lo tengo del todo claro.

Se siente un héroe; aún más cuando todos le aplauden a las ocho de la tarde desde sus ventanas, y como un héroe morirá. Le daré eso, aunque sea un cabrón. Así seré la viuda de un héroe; qué menos que una recompensa por haberle aguantado todos estos años, ¿no?

Pero antes, quería tirármelo una última vez. Para que lo último que recuerde sean mi culo, mi coño y mis tetas, y no los de Claudia.

Lucas sale de la ducha, vistiendo sólo su ropa interior, y entra en la habitación. Se está secando el pelo con la toalla. Me suelto el lazo que ajusta el kimono y lo dejo entreabierto. Debajo llevo un sujetador y un tanga de encaje, de color rosa fucsia, con detalles en raso; los compré antes del confinamiento pensando en un día como hoy. Lucas va a morir; no me digáis que la ocasión no lo merece.

Lucas me mira de reojo, pero no se acerca a mí. Da la vuelta a la cama hasta situarse en su lado y se mete bajo el nórdico.

—¿Te vas a dormir? —le pregunto. «¿Sin follar?», añado para mí misma.

—Sí. Estoy muy cansado.

Qué cabrón. Ni esto puedes hacer bien. Ni darme unas migajas de cariño antes de morirte.

—Uf, tengo un dolor de espalda brutal —añade, quejumbroso, y veo mi oportunidad.

—Te traigo un ibuprofeno, espera.

Voy a la cocina y lleno un vaso de agua. Saco el ibuprofeno en sobres, porque Lucas siempre ha sido un crío incapaz de tomarse una pastilla, y abro uno. Echo el contenido por el fregadero y, luego, tiro el papel a la basura. Saco del bolsillo de mi kimono lo que verdaderamente busco, un cóctel de benzodiazepinas que he machacado previamente hasta resultar similar a cualquier otro medicamento en sobres efervescentes, y lo vierto en el vaso de agua. Con un poco de suerte, Lucas, en el duermevela en que ya se encuentra, se lo beberá sin rechistar.

Me dirijo de nuevo a la habitación y lo sacudo con suavidad para que se desperece. Me sigue sorprendiendo la capacidad que tiene de dormirse en escasos segundos, cuando a mí el insomnio me ronda casi cada noche. Le acerco el vaso de agua, se incorpora un poco y se lo traga del tirón.

—Gracias, Cla… cariño.

Veo en sus ojos la sorpresa y la duda. «¿Se habrá dado cuenta?», piensa.

Sí, me he dado cuenta, Lucas, mi amor. Pero es la última vez que vas a pensar en ella, no sufras.

Espero, junto a Lucas, a que caiga en un sueño profundo, y cuando pienso que ya está sumergido en él, aún le dejo descansar unos minutos más, regodeándome con la situación.

Voy a matar a mi marido.

Intento buscar en mi interior algún remordimiento por lo que voy a hacer, una revelación instantánea que me obligue a poner fin a mi plan, pero no la encuentro. Toda mi vida dedicada a este hombre, al que conocí cuando yo tenía dieciséis años y el veintidós, y me lo paga así. Con una vida mediocre, un amor contenido, sexo de sofá y manta, y una infidelidad apoteósica que me ha revelado un deseo que nunca supe que tenía. Lucas nunca ha sido de los que te empotran contra la pared, pero a Claudia sí que se lo hace. Los mensajes que se intercambia con ella no pueden ser fingidos. Ahí late un deseo que conmigo nunca ha tenido. Creo que es eso, y no la infidelidad en sí misma, lo que más me ha dolido de todo esto.

Pero no vas a seguir adelante sin más, Lucas. Vas a morir.

Quiero verle hacerlo y, como por naturaleza soy metódica y concienzuda, ahogarle poniéndole la almohada sobre la cabeza no me parece una solución adecuada. En su lugar, cojo unas pinzas y se las pongo en la nariz. Le sello la boca con cinta americana. Profundamente dormido y sin posibilidad de salir de ese estado de inconsciencia en que lo he sumergido, trata de respirar, pero no logra abrir orificio alguno que se lo permita. Se revuelve un poco, y me siento sobre él, agarrándole de ambos brazos, para evitar que se mueva. Me da cierto placer ver su cuerpo arquearse y su cara desfigurarse por el esfuerzo de seguir vivo.

Ríndete, Lucas. Vas a morir.

En un último momento de duda, que no de arrepentimiento, me da por taparle la cara con la almohada para no verle, porque es ahí, en el final, cuando me acuerdo de lo bueno, de los escasos momentos felices que hemos compartido y que se sitúan, claro está, en el mismo inicio de nuestra relación.

Después me acuerdo del culo, las tetas y el coño de Claudia y me da por apretar la almohada contra la cara de Lucas, furiosa.

Lucas sufre un par de espasmos más y luego se queda quieto. Sigo sentada a horcajadas sobre él, y me da tanta pena verlo así.

No por él, sino por mí. Compré un conjunto de lencería precioso y se ha desaprovechado.

Me levanto y le quito la almohada de la cabeza, la pinza de la nariz y la cinta americana de la boca. Me aseguro de acariciarle el rostro hasta que no quedan rastros físicos de la presión que he ejercido sobre él. Parece estar en paz. Ya no piensa en Claudia, y eso me reconforta.

Cojo mi teléfono móvil y llamo al 112. Despliego mi gran talento como actriz y finjo que estoy desbordada por la situación.

—¿Hola? Mi marido, ¡es mi marido! ¡No sé qué le pasa! Creo que no respira. Creo que es un infarto. ¿Pueden mandar una ambulancia? ¡Manden una ambulancia!

No pasa mucho tiempo hasta que la ambulancia llega. Los sanitarios acceden a mi domicilio con sus EPIs, y en mi estado de sobreexcitación, me parece que estoy recibiendo una visita de extraterrestres desde el espacio exterior. Lloro, moqueo, contesto a sus preguntas con vaguedades e imprecisiones y me muestro muy, muy afectada. ¡Mi marido ha muerto! ¿Cómo voy a superar esto?

Me preguntan qué ha pasado y me aseguro de informarles de los antecedentes médicos de mi marido; de que estaba trabajando como técnico de emergencias sanitarias pese a ser persona de riesgo; de que se ha sentido indispuesto al llegar a casa, no sé muy bien que ha pasado, una presión en el pecho, ha dicho que se ahogaba, un dolor punzante… No tengo que ser muy imaginativa, todo les cuadra. Tienen el diagnóstico pensado de antemano y sólo buscan los síntomas que lo confirmen.

Dudan si certificar la muerte natural o llamar al juzgado para que vaya el forense. Acaban por decidirse por esto último, por precaución. El forense se pone en contacto telefónico, escucha los síntomas, también la valoración. Bueno, bueno. Se pasará a ver al muerto. Bueno, bueno. No hará falta autopsia, está todo muy claro.

Pobre viuda compungida. Todos me dan palmaditas en la espalda. Todos muestran su comprensión.

Cuando se marchan, cojo el teléfono de Lucas. Mando un mensaje estándar a todos sus contactos. Incluyo a Claudia, por supuesto.

«Soy Marina. Quería informaros de que Lucas ha fallecido hoy.»

Me quedo mirando el chat con Claudia, esperando a que lo lea. No pasa mucho tiempo hasta que eso ocurre; se ve que aún no se había ido a dormir. Lee el mensaje y se marca la confirmación de lectura en forma de dos tics azules.

Veo que, justo antes, la conversación que mantenían Claudia y Lucas revelaba lo que yo ya había anticipado unos días atrás, cuando, en mi labor de espionaje diaria, había leído la propuesta que ella le hizo a él. Mi marido acababa de contestarle, antes de irse a dormir y después de negarse a estar conmigo una última vez: «Voy a dejarla hoy. Te llamo luego.»

Ay, Claudia. Créeme que lo siento. Ya no te va a llamar.
De tus decisiones dependerá tu destino.


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Tolomew Dewhust
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Re: CTN - Ya no te va a llamar

Mensaje por Tolomew Dewhust »

Desde luego que no la vuelve a llamar, :twisted:. Historia de una venganza...

Lo he leído con mucho interés: está muy bien contado y, pese a que la historia es lineal y en cierto momento se nos desvela el pastel e incluso se nos adelanta el final más o menos a mitad del relato, tiene un noséqué que hace que no te apartes de la pantalla y continúes, buscando tal vez un giro final (el arrepentimiento de la prota, el perdón a su marido) o la confirmación del desenlace augurado.

Me ha sorprendido que nos lleves dos o tres años atrás, cuando el covid pululaba a sus anchas. Me he visto en parte identificado porque en esa época currábamos cuatro gatos: sanitarios, como el tuyo, policías, como yo... Y entraba yo en las casas vestido de astronauta y ahora me siembras la duda de si alguna buena vecina no aprovechó las circunstancias para darle matarile a su marido, :mrgreen:.

Buena lectura.
Hay seres inferiores para quienes la sonoridad de un adjetivo es más importante que la exactitud de un sistema... Yo soy uno de ellos.
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Berlín
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Re: CTN - Ya no te va a llamar

Mensaje por Berlín »

Pues no, no te va a llamar, porque su mujer, que lo esperaba en el vano de la puerta con un kimono desabrochado y un tanga color fucsia le tenía preparada una fiestecilla especial, porque estaba "mosca", porque lo veía lejano y ese sexo de sofá ya no le cuadraba.

Muy chulo, en serio, bien escrito, pulidito y la historia, aunque muy vista -esto de los celos y las venganzas es más viejo que la rueda- se me ha hecho muy interesante. El covid, parece que nos ha mordido la manzana para siempre, y ahí se va a quedar.

Yo recuerdo los primeros ambulancieros bajando con los epis puestos y sí, parecían a punto de clavar la bandera en el suelo, ya me entiendes.
Si yo fuese febrero y ella luego el mes siguiente...
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Gavalia
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Re: CTN - Ya no te va a llamar

Mensaje por Gavalia »

Con independencia de no ser un relato muy original, se deja leer con facilidad. Se ve trabajado, lo has fabricado con el tiempo suficiente, no como quien yo me sé que suelo terminar mis aportaciones un día antes de finalizar el plazo, y así me va, claro. Fluye de forma estupenda, al menos yo no me he tropezado en ningún momento y eso es bueno, quizá alguna coma díscola, nada importante.
Suerte.
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Yayonuevededos
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Re: CTN - Ya no te va a llamar

Mensaje por Yayonuevededos »

Coincido con los colegas. Es un relato "pulcro", bien narrado y con ritmo. No tiene mucho misterio, y eso me falta: una vuelta de tuerca.
En realidad todo está dispuesto para que algo "tuerza" el plan de la esposa.
Por ejemplo que, luego de realizada la faena, mire por la ventana y se encuentre con la vecina que pasea a su perro y que la observa con la boca abierta. O que llamen a la puerta porque hay una emergencia y necesitan que el marido cubra un turno extra. Yo qué sé. Llámenme loco, si quieren
y aténganse a las consecuencias.
Recuerdo un cuento en que el marido decide matar a su mujer justo el día de su cumpleaños (de él). No puede aguantarse, y la estrangula en el porche de la casa. Al abrir la puerta y encender la luz (con el fiambre en brazos) se encuentra a todos sus amigos que exclaman ¡Sorpresa! :shock:
Antiguo proverbio árabe:
Si vas por el desierto y los tuaregs te invitan a jugar al ajedrez por algo que duela, acepta, pero cuida mucho tu rey.
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Gavalia
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Re: CTN - Ya no te va a llamar

Mensaje por Gavalia »

:meparto:
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DarkLady Juliet
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Re: CTN - Ya no te va a llamar

Mensaje por DarkLady Juliet »

Pues otro relato que me gusta, otra venganza conseguida. Y sale indemne, bien jugado, tía lista.

:60:
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jilguero
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Re: CTN - Ya no te va a llamar

Mensaje por jilguero »

No está nada mal este cuento.

No es una historia demasiado original pero tú la adornas con tus detalles para que sea esta historia y no otra. Se lee muy bien y tampoco le veo pega en el aspecto formal.

Quizás hubiera ganado si no supiéramos tan pronto cuál va a ser el desenlace o que este no hubiera sido el que esperábamos. Es decir, para mi gusto una chispita más de intriga le habría sentado bien.


¿Qué me está pasando? :party: Las cavilaciones de Juan Mute

El esfuerzo mismo para llegar a las cimas basta para llenar un corazón de hombre (A. Camus)
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posman
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Re: CTN - Ya no te va a llamar

Mensaje por posman »

Otros relato de manual de un tema muy serio; no es que el de la otra historia no lo fuera. Pero en este caso son palabras mayores. Eso que de repente te crezca una cornamenta no es nada agradable, sobre todo si eres el último —o la última— en enterarte. Esos cuchicheos y esas falsas sonrisas mientras uno no sabe por quién redoblan las campanas. Por suerte la protagonista se ha dado cuenta a tiempo y está dispuesta a solucionar el asunto sin que su marido sospeche nada. Y es que si llegas a casa y, tu mujer, te espera en bata y con ropa interior de encaje.., y ni siquiera la miras... Muchacho, llevas de sombra a la Parca.
La verdad es que el relato me gusta; está muy cuidado, con un estilo refinado, sin faltarle nada importante.., hombre, quizás necesite un poco más de chispa. Cuando dice "Ríndete, Lucas. Vas a morir". Yo diría aquello de:
— Muérete de una puta vez, capullo..
Pero entonces, seguramente, dejaría de tener ese estilo tan elegante. Un puntazo lo de la cinta y la pinza; además de cumplir su función, impide que grite.., evitando que los vecinos se enteren. Esas ratas están todo el día con la oreja pegada a la pared; ya no hay manera de tener un poco de intimidad. El final es de puro éxtasis, eso de enviar a la amante un mensaje indicándole el fallecimiento del marido debe dejar a uno en el séptimo cielo.., por lo menos.
—Estaba tan asustado que hasta el miedo me abrazaba..
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Re: CTN - Ya no te va a llamar

Mensaje por Isma »

Visceral, intenso e intencionado. El tema no me apasiona, los celos son un clásico añejo. Pero está bien escrito y es directo.

posdata. Me gusta que consigas que empaticemos con la protagonista. Supongo que nos damos cuenta de que es honesta (dentro de lo que son los celos, claro), con esa frase final que lo apuntala.
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Re: CTN - Ya no te va a llamar

Mensaje por magali »

Este fue el primer cuento que leí y me complugo la cuidadosa elaboración de tu venganza. La precisa creación de un escenario en el que Lucas mismo se puso la almohada sobre la cabeza. Y el final, muy bien conseguido. Nos imaginamos a Claudia en su desespero.

No necesitas grandes florituras para ir directa al grano, pero sí te recreas un poquito en que no quede duda de que Lucas, en su intención, ya te había dejado. Muy bien conseguida esa idea.

Muchos éxitos.
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Ginebra
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Re: CTN - Ya no te va a llamar

Mensaje por Ginebra »

muy buena. Me encanta esta mujer, qué cuajo! Muy lista y muy práctica. Buena historia, bien narrada y aunque sea muy típica lo has hecho de forma muy elegante. Felicidades :D
Los científicos dicen que estamos hechos de átomos, pero a mí un pajarito me contó que estamos hechos de historias. Eduardo Galeano


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Ratpenat
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Re: CTN - Ya no te va a llamar

Mensaje por Ratpenat »

Ah, muy fuerte este. Planeando un asesinato. Muy al estilo de Tadeo. También me gustan las historias de asesinatos, aunque eso no quiere decir que este relato sea mío. Gracias por compartirlo :60:
Nuvem
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Re: CTN - Ya no te va a llamar

Mensaje por Nuvem »

Comulgo con la protagonista, qué situación más incómoda, encima con el Covid de por medio y ella encerrada en casa, menudo marido le ha tocado :lol:

Como comentan los demás, la veo un poco lineal en cuanto al desenlace del asesinato del marido, aunque me ha gustado el final del mensajito a la amante. Gracias por compartirlo, autor/a :60:
Vivir sin leer es peligroso, obliga a conformarse con la vida, y uno puede sentir la tentación de correr riesgos.
Michel Houellebecq

Publiqué una novela y está disponible aquí :hola:
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noramu
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Re: CTN - Ya no te va a llamar

Mensaje por noramu »

Aunque sea un relato perfectamente estructurado, hilvanado, redactado y se lea con facilidad, me falta algo. El riesgo por parte del escritor. Algo que me haga dudar. Que me mantenga en vilo por inesperado. No necesariamente al final. En cualquier momento me hubiera gustado que algo me inquietase y me hiciera pensar. Pero son cosas de lectora particulares y veo que soy la nota discordante. Así que no me hagas mucho caso, aut@r.
Lo que me más me ha gustado es el planteamiento que haces de "Ahí late un deseo que conmigo nunca ha tenido. Creo que es eso, y no la infidelidad en sí misma, lo que más me ha dolido de todo esto".

Gracias por participar en este concurso tan especial.
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