Bea, boo, pikoo
acabado
Soporífera e insulsísima, "Tú ya lo sabías" avanza a trompicones en su primer tercio para dar paso finalmente a un thriller ramplón e inerte que coloca a los estándares del género en el olimpo de la literatura. Tremendamente sencillo se antoja sucumbir al abandono al que invita Korelitz en los primeros capítulos, prueba de fuego innegable a la paciencia y resortes naturales del hartazgo y el hastío. En éstos, la autora nos relata las vicisitudes de un grupo de mujeres del
Upper East Side en el que se encuentra también la protagonista sosa y pusilánime que desgraciadamente nos lleva de la mano durante toda la novela. Y donde otros críticos han visto poco menos que una crítica descarnada a la
jet set neoyorquina, yo sólo veo adulación a un estilo de vida en el que unas cutículas mal cuidadas suponen el mayor hándicap del día. Porque es cierto que se atisba en Grace cierta repulsión al maniqueísmo del que hacen gala sus amigas pero, finalmente, se desmorona bajo la presión de los problemas que únicamente el primer mundo tiene. Así, llega a considerar catetos inútiles a los estudiantes de la escuela pública frente a las mentes brillantes de la privada, o la elección de un vestido para una subasta de origen altruista desencadena en ella una implosión neuronal que ríete tú del mayor
brainstorming empresarial.
En cualquier caso, si te hallas dentro del tipo de personas que perseveran pese a lo ominoso de su destino, te dará la bienvenida un thriller callejero, atropellado y aburrido que culmina en un razonamiento tan trillado y leído tantas veces que sentirás bullir en ti unos instintos homicidas que hasta entonces desconocías. Porque Korelitz tiene tiempo para todo en lo que dura y se sufre este mamotreto arrojadizo. Incluso para tratar con superficialidad y desidia ciertas enfermedades tan serias y delicadas que no despertarán otra cosa que una inquina enfervorecida en el lector ajeno a las mismas. No digo ya en los aquejados de tales desgracias, que adivinarán en esta escritora una perfidia punible y real. Después de semejante desecho literario, lo menos que se le debería pedir a esta autora es respeto y un mínimo de humanidad. Pero Korelitz no entiende de esto. Que me aspen si entiende de algo.
Una estrellita para un libro que, en su versión física, cuenta al menos con la virtud de la flamabilidad. Venga de donde venga la llama, este bodrio insustancial arderá cual mala hierba. Pero cuidate mucho de quedarte cerca, que esta novela quizá no mate pero sí castiga. Si, desgraciadamente, careces de chispa, deshazte de él cuanto antes. Lánzalo con energía y afán a tu enémigo más cercano. Si no lo mata de tamaño testarazo, lo hará de aburrimiento. Y, por una vez, Korelitz habrá hecho algo bueno en su vida. Seguro que Wednesday Martin piensa lo mismo. Con su "Primates of Park Avenue" desgrana con mayor acierto y realismo la vida elitista de un grupo de mujeres que no son tan superficiales ni vacías como Korelitz nos quiere hacer creer. Pero te perdono Korelitz. Porque yo no lo sabía. Pero ahora sí lo sé.