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El día en que Mono advirtió que la puerta estaba cerrada se hizo con un carboncillo y dibujó, en un pedazo de cartón, una jaula de nudos de alambre. Le llevaría dos noches elaborarla, con la diestra cosida a una botella de vidrio.
Desnudo, tomó impulso y accedió a su interior propiciando el balanceo del aparato, que lo meció durante un tiempo difícilmente cuantificable. Allí dentro lloró como hacía a menudo, como le llora el castaño a su fruto cuando se acerca el otoño, como lloran las gaviotas, como lo hace la veleta cuando no sopla el viento del que ella se alimenta.
Como apenas sí cabía dentro de la jaula y al poco rato ya le molestaba la postura, se apeó Mono y volvió a vestirse. Golpeó con rabia el invento y se marchó a la cocina cabizbajo, a por un tanto de pan y otro tanto de zumo.
Masticaba despacio el convite cuando, al llegar a la azotea, comprobó que la jaula estaba vacía, como dormida, un tanto inerte… la puerta estaba entreabierta. ¿Cómo era posible? ¿Cuánto tiempo había estado ausente? No más de tres minutos— se dijo. ¿A dónde había ido aquel tipo?
Dejó caer el pan, apartó el vaso de zumo y se desnudó de nuevo. Subió a su nueva morada y maldijo la condena de verse encerrado entre los hierros de aquel columpio perverso, su único lugar en el mundo, su pequeña rama desde la que proyectar sombra.
Cerró los ojos y aspiró con fuerza. Le alcanzó el olor a pez araña, a barca que aguarda a un marino. Olía a chopa, a corvina, a algas de clorofila… Recorría despacio cada una de las aristas de todas las islas antiguas mientras le sobrevolaban las aves que visitan nuestro invierno.
Terminó el sueño y lo supo. Se zafó de la jaula empujando la puerta con ambas manos, tomó su ropa y se alzó sobre la barandilla. Echó un ojo hacia abajo, la caída era importante. Fue entonces cuando oyó una voz, aquella voz, la propia:
—Echarás de menos tus alas— se decía contrariado.
—Aún las tengo conmigo. Y saltó al vacío.
Hay seres inferiores para quienes la sonoridad de un adjetivo es más importante que la exactitud de un sistema... Yo soy uno de ellos.
Vaya, vaya, con la "Serie sepia" del señor Tolomew D. .
Acabo de desayunar en compañía de El prisionero y El carcelero y ha sido un placer . Pero he terminado tal que así
Me los he leído cuatro o cinco veces, buscando las claves, recreándome en la metáfora tan bellas y tan contenidas, como prueba de que incluso en el lenguaje poético menos puede ser más. Me refiero a cosas como eso de que mirar a un hombre desnudo es "como visitar cada una de las islas antiguas. Recorrer una calle empedrada o humedecerse las manos con agua tibia"; o eso otro de "lloró como le llora el castaño a su fruto cuando se acerca el otoño, como lloran las gaviotas, como lo hace la veleta cuando no sopla el viento del que ella se alimenta".; o "Le alcanzó el olor a pez araña, a barca que aguarda a un marino. Olía a chopa, a corvina, a algas de clorofila…", aunque en este último caso esa rima asonante de corvina y clorofila preferiría que no hubiera existido, hubiera sido mejor que oliese a algas pardas. Porque no sé si sabes que un componente importante del olor a mar son feromonas (dictiopteronas) segregadas por las algas pardas, cuya función es que el esperma sea atraído hacia los óvulos y los fecunden. Es decir, que el olor del mar es hasta cierto punto lujurioso .
Me gusta también la simbología que encierran los elementos del paisaje minimalista de estos textos y la concatenación temporal (evolución del individuo) que he creído intuir entre ambos. Por un lado, me encanta ese doble encierro (no sé si en la mente de Tolomew estaba pero así me ha llegado a mi) del individuo. En El prisionero todavía es espectador, comprueba que la puerta de la jaula estaba cerrada. Una puerta cerrada que simboliza la incapacidad de comunicarse y, por ende, la soledad. Pero él es el carcelero que pretende matar su soledad teniendo a aquel prisionero. En el momento en que este se va, se nos dice "Cuando por fin se hubo ido conocí la verdadera identidad del prisionero" y justo el otro texto arranca con "El día en que Mono advirtió que la puerta estaba cerrada se hizo con un carboncillo y dibujó, en un pedazo de cartón, una jaula de nudos de alambre. Le llevaría dos noches elaborarla, con la diestra cosida a una botella de vidrio."; entiendo yo que porque ahí es él ya quien se sabe encerrado (solo) y lo acepta, y se desnuda y se viste, alternativamente, conforme entra y sale de la jaula. Y dentro de la jaula, donde está desnudo (es él mismo), sueña hasta que un día "Terminó el sueño y lo supo", y salta por el pretil.
Me gustaría conocer la opinión de los demás. Me refiero así veis esa progresión que yo intuyo entre ambos textos. Fijaros que en el primero la jaula la construye alguien externo y el narrador se sabe solo pero no prisionero, el prisionero es otro. En ese texto aparece una botella y beben (o bebe el narrador para evadirse). En el segundo, en cambio, hablando de que él fabrica la jaula, nos dice: "Le llevaría dos noches elaborarla, con la diestra cosida a una botella de vidrio". ¿Quiere esto decir que lo que hace es emborracharse ? ¿Es esa nueva jaula, ese refugio seguro/prisión, la bebida? Lo que está claro es que, si bien en el primer texto se nos dice que "las aves de invierno no alcanzaban nunca nuestra altura", en el segundo sabemos que dentro de esa jaula, dentro de ese sueño (borrachera?) "Recorría despacio cada una de las aristas de todas las islas antiguas mientras le sobrevolaban las aves que visitan nuestro invierno.". Cuando sueña como Leolo, ya no está aislado, separado del mundo por un vacío, sino que está inmerso en él, con los pies en la tierra y las aves arriba. En cualquier caso, al final de ese segundo texto sabemos que esa otra voz era la propia y que, por tanto, siempre estuvo solo y él era también el otro prisionero.
¡Qué mareo, señor Tolomew D.! Pero también ¡qué gustazo! Me encantan estos textos de imágenes sugerentes que, a su vez, encierran otras muchas cosas. Cosas que igual ha encerrado de forma consciente el autor o bien su subconsciente ha puesto ahí (ya nos contarás). Tengo la mismita sensación que cuando me leo ciertos textos de Kafka, cortitos, sí, pero tan llenos de simbología que los releo de tanto en tanto a ver si esa vez es la definitiva y los entiendo de verdad. Me refiero a textos como El puente o Buitres. Me podría estar ni se sabe cuánto tiempo montándome mi propia peli a partir de estos textos, pero prefiero escuchar la opinión de los demás antes de seguir fantaseando a solas .
PD: comento los dos en este porque no me puedo permitir gastar muchos mensajes
Estoy segura que durante la caída aparecerá su volador y no habrá ningún ¡crash!
Edito porque me he acordado de este comentario:
Tolomew Dewhust escribió:
Esta mañana leí el de Los dos reyes y los dos laberintos... y me resulta curioso haberme encontrado comentarios bastante más extensos que el propio relato. . Lo que da de sí este hombre.
Lo decías de Borges, pero si no me llego a contener a tiempo me hubiera pasado lo mismo contigo.
Es el riesgo que se corre con los textos metafóricos .
Otra cosa, este tipo de lecturas son para mi importantes. Por ejemplo, leer ¡Tiera, tierra! me había llevado a participar últimamente en un hilo de Tertulia. Leer estos dos relatitos de la Serie sepia me ha hecho darme cuenta de que mis intervenciones eran más bien soliloquios y, encima, que desentonaban. He pedido disculpas y
Última edición por jilguero el 28 Nov 2017 07:32, editado 2 veces en total.
Los equilibristas serán el año que viene Los prisioneros, , el resto ya te lo imaginas... No tengo ni idea del tipo que traerán, pero el nombre es tan sugerente que imaginé en seguida a un tipo dentro de una jaula. De ahí a pensar que podría escribir un relato con un hombre en su casa compartiendo ratos con otro dentro de una jaula medió un minuto. Al día siguiente encendí el ordenador, plasmé la idea y comprendí que más allá de eso no había mucho recorrido, así que lo dejé en minirelatillo.
Lo terminé, lo publiqué y lo leí. Una hora más tarde pensé que había otra historia (distinta) a la que podría llamar El carcelero, aprovechando todos los nudos del primero... jajaja, y esto ha salido.
Como siempre ocurre, es mucho más interesante leerte a ti comentar un texto que leer el texto en sí, y se aprende más de la vida y se conoce mejor al autor mirándolo con tus gafas que leyéndolo a él, .
Lo que sí lamento es haberte dicho eso de que ya mismo llegas al mensaje diez mil, y que andes ahora ahorrándote palabras aquí o allá, .
Hay seres inferiores para quienes la sonoridad de un adjetivo es más importante que la exactitud de un sistema... Yo soy uno de ellos.
Me gusta su texto. Este salto al vacío que no es más que un salto a la Libertad tan ansiada por el humano, no la libertad de los grilletes que no interesa a la especie, sino la verdadera libertad del ser por el ser. Grato por ser.
Me gusta la prosa tan centrada en el tema y no deja escapatoria al lector. Interesante de más está decirlo.
¡Hay vida antes de la muerte!
Ninguna de tus neuronas sabe quién eres… ni les importa.
Pero si te pego en el centro, será por filosofía.
Pero por poesía, serás mi centro.
Qué bonita la descripción de "cómo" llora cuando está en su jaula.
Allá va mi rallaúra:
Interpretando que es prisionero y carcelero a la vez me da en la potato que como carcelero de sí mismo solo puede ser sin ataduras encerrado en una jaula, es decir, en su soledad. Pero como prisionero la soledad duele y es una maldición. Al final, se da cuenta de que debe saltar al vacío porque por mucha jaula que construya, por mucho que ahonde en la soledad que aísla, sabe que nunca ha perdido sus alas y puede volar. O compartir soledades con los demás, según se mire. O sea que estoy de acuerdo con lo que dice la pechuguita de que no se la pega.
Ahora leyendo este me doy cuenta de que la rama que proyecta sombra podría ser el asiento en el interior de la jaula. Si es así, olvida lo que te he dicho en el otro hilo de que le haré su tronco.
Por un cachito de la mar de Cai les cambio el cielo que han prometío.
Partiendo de que no he leído el otro relatillo, ha habido un momento en que no sabía si había dos hombres o solo uno que iba turnándose a ratos como carcelero y prisionero de sí mismo hasta que decide ser libre aunque eso represente la muerte puesto que ha estado tanto tiempo encerrado que ya no sabe vivir fuera de su rinconcito.
lucia escribió:Partiendo de que no he leído el otro relatillo, ha habido un momento en que no sabía si había dos hombres o solo uno que iba turnándose a ratos como carcelero y prisionero de sí mismo hasta que decide ser libre aunque eso represente la muerte puesto que ha estado tanto tiempo encerrado que ya no sabe vivir fuera de su rinconcito.
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? ¿Es esa nueva jaula, ese refugio seguro/prisión, la bebida? Lo que está claro es que, si bien en el primer texto se nos dice que "las aves de invierno no alcanzaban nunca nuestra altura", en el segundo sabemos que dentro de esa jaula, dentro de ese sueño (borrachera?) "Recorría despacio cada una de las aristas de todas las islas antiguas mientras le sobrevolaban las aves que visitan nuestro invierno.". Cuando sueña como Leolo, ya no está aislado, separado del mundo por un vacío, sino que está inmerso en él, con los pies en la tierra y las aves arriba. En cualquier caso, al final de ese segundo texto sabemos que esa otra voz era la propia y que, por tanto, siempre estuvo solo y él era también el otro prisionero. 
antes de seguir fantaseando a solas 
. Lo que da de sí este hombre.
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